miércoles, 9 de junio de 2010

Viaje de ida


Las cortinas no son nuevas, la ventana tampoco, el cuarto tampoco, mi vestido tampoco, yo tampoco. No considero nada de las cosas que están en esta habitación fundamentales para la cotidianeidad en la vida de cualquier persona.

Sin embargo, hoy me siento especial. Me gusta mi pelo y me gusta mi piel, me gusta lo que veo e imaginar lo que no; y hay algo muy importante que en este momento veo pero no veo. En ese barco, en ese velero está embarcada la porción más importante de mi vida, quien le da sentido a la misma y sin quien no podría vivir.

Lamentablemente no puedo quedarme mucho tiempo a mirar como se aleja el velero, porque tengo que volver a mi rutina. Soy enfermera, por eso llevo puesto estoy colores en mi vestido, por eso mi peinado no tiene nada de raro y por eso estoy sola: porque el momento que me dieron para almorzar lo estoy invirtiendo en esto. Algo que no me sirve, no me alienta, no me hace sentir mejor pero es la realidad.

Mi comprometido, que hoy tuvo el hermoso gesto de interrumpir mi jornada con un ramo enorme de rosas rojas y me pidió casamiento, ahora se está alejando para visitar a su padre enfermo.

Y no sé cuando lo voy a volver a ver… y me parece infinito el tiempo que voy a tener que esperar, aunque no sea tanto; simplemente una visita de cortesía y cariño de su parte.

Voy a extrañarte mucho, mi amor. Voy a extrañarte en mis brazos, en nuestra casa, en nuestra cama. Pero un día, cuando esté mirando por la ventana el río que después se convierte en mar abierto, voy a ver tu velero y mi corazón volverá a estar bien.

Sabrina López (Cuadro de Salvador Dalí)

No hay comentarios: