martes, 30 de junio de 2009

La paz

Mi virtud y mi libertad. Lo anhelo y lucho. Lo quiero y lo consigo.
Soy poderoso y no me avergüenzo si humillo al más débil. Me hace sentir bien cortarte las alas o sacarte la respiración, ahogarte en un vaso de agua y venderte por monedas. Te desvalorizo y lo disfruto, es porque soy perfecto.
Puedo sentir. Tengo poder. Pero abruma tocar el sol, me quema y lastima.
Ahora me veo recostado tratando de justificar mis grandes lesiones. Me arrodillo en el vidrio y pienso que necesito mirar el cielo y verte de nuevo volar.
Ya no estas.
Llego la hora de la culpa, que es mía. Pero ¿Quién me acusa? No hay nada.
Me quiero encerrar y es absurdo, aunque hay salida.
Recojo las hojas que deje caer ya hace rato. Busco pensamientos y los transcribo.
Lo conseguí, me atrape en las prosas de la vida. Ya no hay salidas.

Magali Eljall

lunes, 29 de junio de 2009

Autorretrato de Constanza

Mi autorretrato sería vago, solitario, tímido,molesto, agotador, escandaloso, insoportable, aburrido, sería hipócrita confesar que mi autorretrato es todo eso, pero también sería muy verídico decir que es así o al menos creo y pienso que es así. Por lo menos por ahora esto es lo que soy, porque, nadie quita que el día de mañana, hasta inclusive cuando toque el timbre de salida, sea otra. Por más que mi nombre, mi segundo nombre y mi apellido sean los mismos, dentro mío, en cada momento, me siento diferente.
Constanza Fritzler

Recuerdo

Como olvidar aquel día en el que vi su cuerpo desplomado en el piso. Pude sentir cuando el esqueleto se le quebró en mil pedazos y como el aula 24 tembló en toda su totalidad. Seguido a este acto de complejidad, pude escuchar el grito de la preceptora que decía (y aún sin haber visto el cuerpo en el suelo) : ¡ amenaza de bomba!. Recuerdo que ese día todos corrimos hacia afuera olvidándonos de ella.
Constanza Fritzler

Nosotros

Mi vida, mis anhelos, exijirme y superarme es un deseo constante e incontrolado que me rodea, me invade. y sin previo aviso, sin consultar, derriban mi alma, mi mente, mis emociones, hasta mi corazón se vuelve un ícono vacío. La destrucción de mi ser se torna ahora con todo lo que dispongo. Mi vida, que antes era mía, ahora es de él. Volví a cometer errores, volví a hacer lo correcto, a confundirme, a hacer las cosas bien y a hacerme añicos contra el suelo más frío, contra el espacio más cruel, contra mi reflejo, mi peor enemigo. vivo en busca de un refugio, vivo en busca de una vida, estoy en busca de transformarme, de dejar de ser el prototipo del que hablan todos, de ser por primera vez lo que él quiere, que se que es lo mejor. ¿y qué es lo mejor? Demostrarme, exijirme, superarme a ser y a no ser una nueva raza humana, una nueva especie, distinta y con las características de haber superado y de estar superando los peores momentos que puede pasar una persona en la vida, en mi vida y en la de él. Aunque esto sea solo un análisis profundo de mi misma y de los deseos que él tiene hacia mí. Este retrato en pocas, realmente pocas palabras, dice más que lo que está escrito, dice más que lo que quiero decir y de alguna forma oculta más de lo que quiero decir. Una parte de mí, quiere que vuelva, ella, él, ya no sé quién es. Pude perderla a ella, que ahora es gobernada por él, pero no por "el verdadero" sino por el malo, el impuro. Él que hace y deshace lo que aún queda, migajas de ella. y yo no puedo hacer que vuelva, no puedo, no podré... ya no depende de mí sino que depende de él, o de ella (lo que queda), o de él/ella (ella gobernada por él)... o de nosotros, del que lea o escuche esta historia.
Constanza Fritzler

lunes, 22 de junio de 2009

El ritmo flota y el perro en el agua también

El ritmo flota y el perro en el agua también.
Los movimientos huyen por las ventanas, los cuartos, el baño y la cocina. Llegan hasta la esquina del pulmón… y música a lo lejos.
Danzan flotando al compás del mareo. Se desasen parte por parte y vuelven a armar… y música a lo lejos.
Se contraen y relajan, se juntan y expanden dibujando colores en el viento.
(flotan)
…y música a lo lejos.
Se pierden y encuentran, improvisan y planean…
(flotan)
… y música a lo lejos.
Se rompen los tambores, se rompe el movimiento, ya todo termina…
… y la música no existe.
(ya nadie flota)
Maitén Vícoli.

Esperar a que se enfríe

El invierno se aproxima, tranquilo pero apoderándose cada vez más de la oscura sombra. El sol ya casi ni se ve… ausente está. Y la esperanza de que te invite a tomar un café amargo se va desvaneciendo por el tiempo tan efímero de estos días. Tu café, como de costumbre se enfría en la mesa a un costado del papel y lápiz, y después cuando termias de escribir o garabatear algo en el, te das cuenta que ya es tarde para tomarlo. Pero eso ya no te importa, porque sabias que iba a pasar… La nostalgia imprudente nace en el momento menos indicado, justo cuando tenías que concentrarte en el apunte sobre la economía Japonesa. Vas a un quiosco para comprarte un gran chocolate, a ver si la situación cambia y esperas que el gusto dulce se transforme en un calido puente que pase por la laringe, faringe y estómago. Pero te va mal como de costumbre, y el buen hombre ya cansado de tu tardanza de aprendizaje te da más oportunidades para aprobar, porque sospecha algo desequilibrado en tu cabeza, o porque simplemente le caíste bien. Y así las horas pasan, los días, las semanas, y no encontras más remedio que tirar las nostalgias por una ventana.- como si fuera tan fácil- Después, de vuelta a casa, tratas de no prender más un cigarrillo, y admiras como siempre el local de cuadros y espejos pintados con iluminaciones diferentes en escalas. Parando la oreja para escuchar que están pasando en ese momento, distinguís “in a sentimental mood” y te plantas ahí mismo ni bien escuchas el sol menor del estribillo. Justo en ese momento, reconoces a un perro que va hacia vos balanceando la cola de un lado para el otro festejando haberte encontrado y lo acaricias y le sonreís complacido por sus singulares piruetas. Luego entras en tu habitación, y describis la secuencia de hechos tomando como hincapié al perro, o a las nostalgias y al invierno, o al chocolate y su fallido intento. O al café que se enfrió apropósito…
Maitén Vicoli

miércoles, 17 de junio de 2009

Imagen al mediodía

Los negros y amarillos
cuadrados se extienden
tan lejos que los ojos
no pueden contarlos.

Los blancos una vez inmaculados
se alzan hacia el cielo,
buscando en el infinito
una forma de ser idolatrados.

Y tan lejos ya se han ido
que de los cimientos se han desprendido
que, por el olvido, corroídos
se desmoronan corrompidos.

Todo el murmullo ignora
lo que a la vista se asoma.

Tomándolo como normal
y siguiendo con su andar.

Pero la estructura inmune al tiempo,
con su dorado encaje de grandes momentos,
no se inmuta ante los amargos tragos,
pues a todos ya los ha superado.

Lucía Boneto

Atardecer


La jornada está terminando y todos los barcos retornan al muelle. Todos los marineros ansían el momento de amarrar las cuerdas y dejar la embarcación para volver a casa, en donde los calidos brazos de una amorosa familia los está esperando.
Jorge pisó el muelle por primera vez desde que lo había dejado esa mañana, sintiendo un gran alivio en su pecho.
Ese día la pesca había sido muy buena, “la mejor de este mes” había dicho Miguel, uno de sus compañeros, en cuanto recogieron la última red del agua.
Respiró hondo y soltó el aire con calma, disfrutando de la suave brisa veraniega que traían las olas.
-Hasta mañana- se despidió de sus compañeros al momento de tomar rutas separadas, doblando con un cierto deje de ansiedad hacia la derecha.
Contara los minutos le era inevitable, no podía resistir las ganas de ver a su mejer y a sus hijos, a quienes tanto extrañaba. Y entre las divagaciones de qué podrían haber estado haciendo, sus ojos se toparon con una figura casi espectral.
Era una mujer. Se deducía por su aspecto que debía tener unos treinta años, llevaba el cabello negro pulcramente atado, el vestido blanco se asemejaba mucho al de una bata de dormir y los ojos miraban fijos al horizonte.
Preocupado por la hora en la que esa mujer se encontraba en el muelle, se acercó a preguntarle que hacía allí.
-Estoy esperando a mi esposo- dijo la mujer ni bien se acercó, adivinando la pregunta que quería hacerle.
La antipatía de la voz y la poca importancia que la señora le presto, pues ni siquiera se molesto en mirarlo, lo convencieron de no entrometerse; después de todo, las esposas de otros no eran su problema. Y convenciéndose de que no tenía nada más que hacer, siguió su camino hacia su casa, reanudando los pensamientos sobre su familia.
A los pocos minutos ya estaba en su casa, saludando a sus hijos y a su esposa, preparándose para disfrutar de la deliciosa cena que esta le había preparado, y escuchando con atención lo que sus dos pequeños hijos tenían que decirle. Pero todo el tiempo la imagen de esa mujer esperando en el muelle rondaba por su cabeza, impidiéndole que disfrutara por completo el tiempo en su casa.
Pero a pesar de eso, ignoró el asunto y su día terminó con tanta calma como los anteriores.
A la mañana siguiente, todo empezó como de costumbre, se levantó temprano, se despidió de su mujer y se marchó hacia el muelle.
Pasaron las horas y entre sus compañeros empezó a correr un rumor, sobre un incidente ocurrido el otro día, apenas unas horas después del medio día.
Por lo que escuchó, la esposa de uno de los marineros que trabajaba en uno de los barcos mercantes había muerto, supuestamente victima de una enfermedad que había evitado que se levantara de la cama, después de la rutinaria siesta del mediodía, para encontrarse con su esposo después de que este llegara de su largo viaje por las rutas comerciales de America.


Lucía Boneto, inspirada en "Crepúsculo tranquilo" de Quinquela Martín

Barco hacia lo desconocido

Subió al barco con endeble seguridad, alisándose presurosa la falda del vestido y sosteniendo con cuidado una antigua valija.
Camino tambaleándose y se asomó por la borda, observando a sus padres despedirla con tristeza, impulsados a embarcarla en aquel viaje sin retorno por pura necesidad, sin otra alternativa.
Agitó levemente la mano en un saludo final viendo por ultima vez sus rostros, y los inmortalizó en la distancia grabándolos mientras se alejaba.
Con un corto suspiro se despidió de todo, y cuando el barco se adentró en el mar, dispuso toda su fe y se preparó para lo que se avecinaba, algo que le era totalmente desconocido.
Paula Deak

Desafían con asombro

El fuego esta cerca
Pero él hace acrobacia junto a los elefantes
Y se equivoca y vuelve a empezar
Y ríe
El fuego esta cerca
Pero ellas juegan corriendo a los pájaros y con asombro
Caen y se levantan
Y ríen
El fuego esta cerca
Pero las mujeres se esconden detrás de la vegetación
Terminando los trajes rojos para el baile de la noche
Terminan uno y empiezan otro
Y, entre el bla bla de su charla,
Ríen
Paula Deak

martes, 9 de junio de 2009

Cambios de ánimo

Julián, un chico de cuatro años, una mañana se despertó. Prendió la tele que había en su cuarto, miró los dibujitos hasta que se hicieron las diez de la mañana, no hace falta decir que el no sabía leer la hora, pero igual, eran las diez, y el notó que había estado largo rato mirando la tele sin interrupciones. Entonces decidió salir de su cuarto para ver que pasaba.
Cuando abrió la puerta, toda la casa estaba iluminada con la luz de afuera, y el único sonido que se escuchaba era la tele prendida.
Julián recorrió cada cuarto, cada baño, revisó el patio y abrió todos los armarios. Tuvo que llegar a la conclusión de que no había nadie en toda la casa, ni si quiera estaba el gato
.Se empezó a asustar, se preguntaba porque su mamá lo había dejado. Empezó a correr y a llorar por la casa preguntándole a nadie, donde estaban todos. Entonces, de repente, frena, y se pone a pensar: ¿Por qué estoy tan asustado?
Porque no hay nadie, responde su cabeza, y el contesta: ¿Y?
Desde ese momento decidió sentarse en la cocina y hacerse la comida solo. Se hizo un sánguche de mayonesa, empezó a barrer, aunque sin juntarlo, lo puso todo al lado de una lámpara, se vistió con la ropa que el eligió, fingió leer un diario viejo que había ahí en la casa, y decoró los sillones con harina.
Cuando los papás de Julián entraron en la casa, corriendo, abrazaron a su hijo, y le pedían perdón, que creían que iban a tardar mucho menos. Juliás dijo que no importaba, que ya podía solo. Los papás se miraron, vieron todo lo que había hecho solo, y no lo dejaron solo nunca más.

Nicolás Herrera

Poema breve


Ya se va, vestido prolijo

ya se va, con aire europeo,

ya se va, buscando otro rumbo

ya se va, a patear un nuevo mundo.

Ahí se va, fresco y radiante

ya se va, mi único hijo

ya se va, y lo estoy viendo

suerte, te quiero. Ya se fué.


Facundo Gonzalez, inspirado en el cuadro "Preparando la partida" de Quinquela Martín

Pueblo bajo la nieve


Las primeras luces del alba comenzaban recién a despuntar, y aq uel frío glacial le resultaba completamente indiferente. Caminó con premura, sin escuchar el leve crujir de la nieve bajo sus pies y desvaneciendo el sosiego que se extendía a su alrededor.
Apoyó su mano juvenil en el árbol más cercano y observó con aflicción el paisaje, intentando encontrarlo caminando a lo lejos, despacio, como era su costumbre.
Pero él ya se había ido. Se estremeció ligeramente al descubrir sus pisadas, más adelante, perdiéndose en la distancia. Escuchó el piar de dos gorriones sobre su cabeza, y se arrodilló sobre la nieve helada vertiendo las primeras lágrimas.
Aún era temprano, y sentada junto a la cerca, aguardó la llegada de un consuelo, observando el invierno arremolinarse sobre las casas y las pisadas del que se había ido como única despedida.


Paula Deak, inspirado en el cuadro de Gauguin "Pueblo bajo la nieve".

Hambre

Pájaro que no vuela, se llamaba un indio.Un día, uno de los ancianos de la tribu llegó a la conclusión de que Pájaro era un hombre sin rumbo, se tomaba todo a la ligera. El anciano llegó a esa conclusión luego de que Pájaro estuvo ocho semanas sin salir de su choza mas que para buscar comida e ir al baño, sin ir a cazar, si hacer ninguna tarea, ni hablar con nadie.Los ancianos organizaron una reunión en la que decidirían que medidas tomar, la programaron para esa misma noche cuando se viera toda la Osa Mayor.Hacía un frío agradable. En la hoguera, los ancianos de un lado, y Pájaro del otro. Entre ellos discutían y exclamaban: ¡un vago es!, ¡es un bueno para nada!, ¡no tiene ganas de trabajar ni de vivir! Así fueron todas frases que no llegarían a ningún lado, hasta que uno de los más ancianos dijo: - Joven, tengo aquí dos opciones, con las cuales mis colegas seguro concuerdaran. O te sometes a una prueba para ver que anda pasando dentro tuyo, o te exilias, tu decides. Aceptó la prueba. -Muy bien –dijo el anciano- La prueba consiste en que te internarás en el desierto sin zapatos, no podrás comer ni beber nada durante tu viaje, y estarás así hasta que se te presente una visión, la cual te dirá una gran verdad acerca de ti. (Era una prueba muy popular de los indios de America del Norte)Al otro día, los ancianos lo despidieron en su viaje.Estuvo caminando hasta que se hizo de noche, y se tiró al piso del cansancio, no creía sentir nada. Empezó a recordar todo el camino que recorrió para llegar a ese punto, pero no llegó a ninguna conclusión. De repente, se acerca una lagartija, y le susurra a Pájaro al oído: - No comés la comida porque no tenés hambre, no tenés hambre porque tu alma no tiene hambre, y tu alma no tiene hambre porque perdió las esperanzas y no tiene un propósito, pero ambas se pueden tener con solo cambiar tu forma de pensar, hacelo y tu vida cambiará- Pájaro mira a la lagartija y le dijo que tenía mucha hambre, y se quedó dormido.Al otro día despertó, y esas palabras le retumbaban en la cabeza. Volvió al pueblo, cuando llegó, agarró al anciano, le dijo que tenía ganas de buscar madera para la tribu. El anciano le dio un poco de pavo y agua. Comió, agarró un hacha, y fue a buscar madera.
Nicolás Herrera

Autorretrato de Nicolás Herrera

Me gusta el frío. Escucho música todos los días. Mi pelo es ondulado. Canto, y toco instrumentos. Leo foros en Internet. Generalmente viajo parado en los colectivos. Veo mucho cine. No me gusta viajar en micro de dos pisos. No fumo. Hay días que no almuerzo. Tuve seis gatos en un tiempo de dos años, todos murieron o se marcharon. Cada tanto vuelvo a ver Dragon Ball. Cuando tenía doce años coleccionaba latas de gaseosa. Veo mucho cine, de vuelta.

domingo, 7 de junio de 2009

Aquella noche gris


El viento no soplaba. ¡Tan lejana estaba la bella Macedonia! Extraviado se encontraba él, luego de Mileto, en una tierra que le era completamente desconocida. Los persas no habían tenido piedad con él ni con sus compañeros, quienes estarían trabajando ahora como esclavos en alguna mina luego de haber caído como prisioneros de los pocos persas que habían logrado escapar en barco de las garras de Alejandro. ¿Dónde estaba él, por cierto? Quizá peleando lejos en el este, contando con su ausencia, quizá tan irrelevante como el reptar de una serpiente en un vasto desierto desolado, quizá tan lamentada por sus colegas. Pero ¿qué era él, si no, más que un pezetairoi del montón? Él, combatiente bajo el mando del general Tolomeo, quien fue designado por Alejandro directamente en el cargo, siendo él un gran amigo, se encontraba ahora sólo en un espacio seco, abatido, ya sin fuerzas, ya sin luz. Hubiese preferido mil veces sufrir los latigazos en la espalda junto con los suyos que tener que soportar aquella soledad, acompañada por la nada. ¡Qué desgracia, qué infortunio representaba ahora haber escapado de las manos persas! Pensó entonces en su suerte, en sus amigos fallecidos en combate, en los que estarían atados ahora al pie del Gran Rey, a aquellos que seguirían con Alejandro; pensó en su hermoso hogar, en Macedonia, en su mujer, en sus hijos. Alzó la vista al cielo, desgarró su alma con un grito que resonó en la nada de toda aquella inmensidad, y se clavó la espada en el vientre, un arma que de milagro pudo conservar. Se dejó yacer en el suelo, a unos treinta estadios de la marcha de Alejandro y sus tropas, que cortarían perpendicularmente sus pasos algunas horas luego. Al pasar por allí, levantaron un túmulo para el difunto, guardando silencio en aquella noche, que fue tan gris.

Santiago Novara
Inspirado en el cuadro "Campo de cebada con segador al mediodía"(1889), de Van Gogh.