martes, 9 de junio de 2009

Cambios de ánimo

Julián, un chico de cuatro años, una mañana se despertó. Prendió la tele que había en su cuarto, miró los dibujitos hasta que se hicieron las diez de la mañana, no hace falta decir que el no sabía leer la hora, pero igual, eran las diez, y el notó que había estado largo rato mirando la tele sin interrupciones. Entonces decidió salir de su cuarto para ver que pasaba.
Cuando abrió la puerta, toda la casa estaba iluminada con la luz de afuera, y el único sonido que se escuchaba era la tele prendida.
Julián recorrió cada cuarto, cada baño, revisó el patio y abrió todos los armarios. Tuvo que llegar a la conclusión de que no había nadie en toda la casa, ni si quiera estaba el gato
.Se empezó a asustar, se preguntaba porque su mamá lo había dejado. Empezó a correr y a llorar por la casa preguntándole a nadie, donde estaban todos. Entonces, de repente, frena, y se pone a pensar: ¿Por qué estoy tan asustado?
Porque no hay nadie, responde su cabeza, y el contesta: ¿Y?
Desde ese momento decidió sentarse en la cocina y hacerse la comida solo. Se hizo un sánguche de mayonesa, empezó a barrer, aunque sin juntarlo, lo puso todo al lado de una lámpara, se vistió con la ropa que el eligió, fingió leer un diario viejo que había ahí en la casa, y decoró los sillones con harina.
Cuando los papás de Julián entraron en la casa, corriendo, abrazaron a su hijo, y le pedían perdón, que creían que iban a tardar mucho menos. Juliás dijo que no importaba, que ya podía solo. Los papás se miraron, vieron todo lo que había hecho solo, y no lo dejaron solo nunca más.

Nicolás Herrera

1 comentario:

Pamela dijo...

Sonia: Recién hoy vi tu respuesta al comentario que hice hace bastante ya, en la que me proponías escribir a partir de un cuadro. Elegí uno de Salvador Dalí pero no logré conseguir el nombre del cuadro. Lo subí a mi blog.
Un besote