martes, 11 de septiembre de 2012

Metamorfosis


En que me convertí? Que es esto? Que son estos dedos raros? Mis dedos no eran tan largos y delgados, que ocurrió con mi cintura cuando de repente se engroso tanto?? Que ocurrió? No entiendo nada, todo era tan normal hasta ayer..
Recuerdo haberme despertado y haber sentido una ligera carga en mi tórax, pero por una u otra razón preferí no fijarme, simplemente le eche la culpa a los abdominales que había hecho. Pero, la carga se hacía cada vez más pesada a medida que las horas iban transcurriendo.. de apoco sentía que llevaba un caparazón gigantesco en mi pecho y mi espalda estaba mucho más sensible al tacto, podía sentir si hasta una plumita de 3 milímetros me rozaba, luego me encontré con que mi visión era mucho más precisa, de repente podía ver que ocurría a 1000 metros de distancia, como? Si yo usaba anteojos hasta ayer! Que ha ocurrido dios mío, alguien que me explique! Porque no recuerdo nada? Déjenme pensar un poco.. No, no recuerdo nada, que demonios ocurre, debe de ser una pesadilla. Si! Eso, una pesadilla, una horrible pesadilla de la cual en unos instantes despertare. Ahí está! Ya lo recuerdo, bueno, creo recordar. Ayer luego de mi hora diaria de bicicleta, hice unos cuantos abdominales, recuerdo que eran eso de las 15 horas, no, reconstruyo, quizá eran las 15:30, si, si, el sol estaba brillando en su máximo esplendor, ahora lo recuerdo bien, llegue a casa casi sin aliento y deje mi bicicleta atrás, por alguna u otra razón salte aquel gigantesco charco que bordea mi patio, y no suelo saltarlo, creo que fueron las energías de la bicicleteada, sí, eso habrá sido. Perdón, me desvié de tema. Entonces, entre a casa, me duche con agua fría, porque luego del ejercicio me gusta bañarme con agua muy muy fría, para aclarar mis pensamientos. Recuerdo haber salido de la ducha y subir a mi dormitorio, puse la alarma para que a las 17:00 ya este arriba con ganas de estudiar, eso! Tenía prueba de Literatura y todavía me hacía falta repasar un poco de Circe, de Cortazar, tenía que marcar una que otra cita, pero en esos instantes en los que por fin decidí recostar mi cabeza en la mullida almohada, la cabeza comenzó a.. Como explicarlo? Dar vueltas? Sí, creo que es la mejor forma de expresar aquella horrible sensación, se me partía verdaderamente, se me partía, sentía que se separaba en dos partes, le pedí a mi hermana Michelle que me trajera por favor una bayasparina, creía necesitarla. Acto seguido, yacía mi cuerpo durmiendo plácidamente como si no hubiera mañana, eso me contaron mis hermanitos, que dijeron que no me desperté hasta las 20.. realmente no recuerdo si fue que a las ocho estaba despierta o no, ya que no vi la hora, me desperté como nueva, sin embargo algo raro sentía, era como que si de repente mis pelitos del brazo hayan desaparecido, y mis uñas hayan desaparecido, me asuste, pero caí en que en realidad podía llegar a ser un sueño, de esos que se acaban en cuanto estas a punto de morir, o simplemente en el momento en que el amor de tu vida va a besarte como nunca lo hiso y despertas, pero no.. Nadie me beso, nunca morí en el sueño, solo estaba ahí, mirando mis brazos y aquellos largos y finos dedos que no dejaban de horrorizarme, paso una hora exactamente, va, o eso creo, unos minutos más o unos minutos menos, a ser sincera, no sé, lo único que se es que tuve el coraje de pararme para ver mi figura en el espejo, si.. Tome valor, me pare, pero no fue tarea simple, mis piernas eran una cosa inexplicable, bueno, inexplicable no, más bien tenían una forma peculiarmente rara.. Tenían como una especie de ranura la cual funcionaba como una pequeña bisagra, algo como rodillas solo que eran más notables de lo común, parecían las de una clase de cisne negro, el cual recién se despierta de un horrible sueño e intenta volar pero sus piernas se lo impiden. Entonces bien, me pare frente al espejo y realmente me costó asimilar lo que veía, mis pechos habían desaparecido, tenía tan solo una gruesa capa de algo, por así decirlo, si.. Algo muy viscoso, tan horrible de tocar y tan sensible que todo lo que lo rosase era motivo de risa o, en ese momento de fastidio, no podía creerlo, mi pelo? No había pelo alguno, mis 47 centímetros de largo y espeso cabello castaño como la nuez había desaparecido por completo, ya no había ni un solo mechón, estaba calva, bueno no sé si llamarlo calvicie, estaba pelada, entonces sí, mejor si, llamémoslo así, pelada, sin pelos, con la cabeza desnuda, si, como si de un cáncer se tratara. Seguía ahí, intentando despertarme del sueño, de aquel horrible sueño que había convertido mi apariencia en una extraña criatura, de aquel horrible sueño que ni un bidón de agua a menos 3 grados pudiera hacerme despertar, estaba encerrada en aquel estúpido cuarto, frente aquel estúpido espejo que lo único que hacía era mentirme, si! De eso se trataba, de una estúpida mentira, aquel inútil espejo intentaba jugarme una broma, pero no le iba a salir bien, por supuesto. Decidí tomar el toro por las astas, deshacerme de aquel infeliz que solo quería arruinarme la vida, lo coji entre mis manos y lo rompí contra el piso, el estallido y los vidrios que por la habitación volaron, e hicieron que uno caiga sobre mi áspero y gran rostro, formando así un gran tajo del cual no dejaba de salir sangre. Los ruidos alertaron a la familia, en menos de un santiamén, toda la familia estaba fuera de mi cuarto golpeando como locos, querían saber que le ocurría ala loca de Roxana, que ocurría que tantos ruidos había, jajá, por favor, de qué demonios me hablaban?  Por alguna extraña razón yo era un Cuasimodo en versión Roxana, y ellos lo único que querían era husmear? Claro que no, les deje en claro que todo estaba bien, que de un tarro se trataba, si.. Lo recuerdo, les grite que me dejen en paz que se cayó accidentalmente un tarro de lata donde mis cosas guardo, no se tranquilizaron para nada, porque a los 15 minutos subieron nuevamente, abrieron mi puerta y.. Demonios, que paso?! Porque no recuerdo que paso luego de aquel horrible acontecimiento, que ocurrió? quiero saber, porque nadie me habla? Porque nadie puede siquiera verme, nadie parece escucharme, es todo tan inusual..  Hoy almorcé con mama, pero parecía no verme, comí dos milanesas gigantes, y muchísima ensalada, me di cuenta que amo muchísimo la ensalada, decidí dejar la carne, llena tus arterias de asquerosa grasa que luego hace que tu sangre corra espesamente por los tubos de tu cuerpo, ag., que asco, pueden creerlo? Comiendo carne? No gracias, nunca más! Bueno, volviendo al tema que me compete, que me pasa?
Que soy? Que era? Qué ocurre? Preguntas sin respuestas que no dejo de hacerme y auto responderme que mañana algo nuevo ocurrirá, que algo nuevo en mi cuerpo aparecerá, y mi personalidad otra vez cambiada estará...
Sharon Padín 

jueves, 6 de septiembre de 2012

El ave

Corría el año 1923 cuando junto a mi marido decidimos mudarnos a Australia. Había surgido una gran posibilidad laboral y buscábamos nuevos aires. Él creó en sus años de juventud una empresa minera que se encontraba en pleno crecimiento.
Nuestra nueva hacienda se encontraba en el medio de la selva, teníamos todas las comodidades posibles, pero yo nunca dejé de temer por mis hijos, que eran pequeños y  nos encontrábamos muy lejos del pueblo para solicitar ayuda en caso de peligro.
Los caseros constantemente tenían que salir de noche y proteger a nuestros caballos, los animales salvajes no se acostumbraban a nuestra presencia y querían atacarnos, el olor a comida los tentaba. Un día llegó a entrar un coyote a nuestra casa, lo tuvieron que matar en ese instante para no peligrar la vida de alguno de los humanos, presenciarlo fue muy duro.
Las tribus primitivas locales sentían rechazo por los blancos, a lo largo de la historia habían sido tan maltratados que era comprensible. Aún así nosotros tratamos de acercarnos, de poder brindarles la ayuda que el gobierno no les proveía, como alimentos y agua que con la sequía no disponían y morían de desnutrición y deshidratación.  Pero nos resultó imposible, se mantenían reacios a ceder, aún en la necesidad.
Una madrugada uno de nuestros empleados, vio a una persona en la oscuridad sacar agua de nuestro aljibe a escondidas, lo creyó un ladrón y no se controló. Abrió fuego contra él, una reacción que nosotros repudiamos hasta el día de hoy. En medio de la conmoción y los gritos, nos percatamos que se trataba de un niño aborigen. Los padres lloraban, hablaban una lengua que yo no comprendía, no entendían que yo quería ayudarlos, darles la posibilidad de un médico. Aquel pequeño murió en brazos de sus progenitores. Sus ojos, tristes, esa mirada dulce, jamás la pude olvidar.  
Por la mañana su cuerpo desapareció, en cambio, nació un ave jamás vista, hermosa, llena de luz, que nunca se fue de la región. Cada vez que pasaba reconocíamos en sus ojos el amor por estas tierras. Transmitía mucha paz con sólo verla romper el viento con sus alas. 
Este magistral pájaro solía bajar a un manantial de los alrededores a beber, todos nos acercábamos a observarlo, pasábamos horas sentados allí en silencio. Con los meses, entre los nativos y los colonos fue creándose un ambiente de respeto mutuo y se desarrolló una incipiente amistad entre los pueblos que con el correr del tiempo se fue afianzando. 
La muerte del niño no fue en vano. Esa ave se transformó en un símbolo de paz, nos recordaba que las diversas culturas podemos convivir armoniosamente.  Esta historia fue contada por generaciones y generaciones, para inculcar desde jóvenes el sentimiento de unión y tolerancia.

Lara Colonna

La chispa de la vida

Fueron tantos los golpes que ya no podía sentir. Podía ver la sangre corriendo por mi piel, las marcas de sus uñas, de los puños, de todo lo que él encontró en su camino y lanzó contra mi ser, pero no me dolia por fuera: me habían roto el alma, y eso no me dejaba vivir. Luego de la degradación había quedado en el suelo, humillada, conteplando esos pares de ojos pequeños y asustados que me miraban desde la oscuridad del comedor. 'Frente a ellos no' le había dicho. Nunca le importó. Frente a ellos mostró su animal interior, desenmascaró a la bestia que siempre había tenido dentro, mostro sus garras sin verguenza. Frente a ellos, como tantas veces, me había atacado, pero esta vez bajo mis huesos quebrados había más que resentimiento.Esta vez mi sangre había comenzado a hervir. El frío en mi ser lentamente desaparecía,mientras recordaba todas las humillaciones que me habian hecho vivir. Desde que nací habia estado condenada a vivir en un mundo de hombres-bestia, que se desquitaban sobre mi. Un mundo machista en el que mis ideas no cabían y a nadie parecia importarle en lo más minimo lo que yo sintiera. Pero no iba a resignarme y ese día comprendí que la venganza iba a ser lo único que le daría un sentido a seguir viviendo. Una chispa de vida saltó en mi corazón. -Mamá tiene fiebre - le dijo un par de ojos al otro - Está temblando. Sí, tenían razón, la temperatura de mi cuerpo era altisima. Temblaba y transpiraba , creí que iba a morir. En los delirios de la fiebre vi pasar frente a mis ojos todas las golpizas que me supieron dar, y todo lo que me hicieron sufrir. Comprendí en ese momento que el fuego y solo el fuego podría borrar mi pasado y castigar a mis opresores. Entonces lo sentí. Un ardor intenso me inundó las manos, haciendome gritar. Al mirarlas las vi encendidas , convertidas ya en llamas que se extenderían luego por mi cuerpo. Comencé a quemarme y a quemar todo lo que había a mi al rededor. Me extendí por toda la casa, lo encontré a él y lo reducí a cenizas. Así, sin más, tan simple fue que no tuve tiempo ni para disfrutar. Él estaba muerto y ya yo no sufriría, podría vivir en paz. Pero algo vino a mi mente. La casa se consumía con mi furia, y dentro de ella dos pares de ojos gritaban pidiendo ayuda. Mis dos pares de ojos. Los que más amé... ¿Cómo pude ser tan cruel? Se fue todo lo que un día me pudo hacer feliz. Aqui estoy ahora, lamentandome, sin poder llorar, aún ardiendo, pero muerta por dentro. Como la leña que está a punto de terminarse, en la hoguera de la soledad. Como un fuego que al fin se apaga, porque no tiene nada más que quemar... Abril Dores

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Poemas entre todos

Las malditas esperanzas
 falsas y aprovechadas,
 corren y gritan en el atardecer.
 brillan en la noche cual lucièrnagas de abril q
ue pintan el cielo de negro y carmesí,
 y al dormirse con su olor a amapolas,
 las miradas son ventanas sin cerrojo,
 inanimadas,
que extrañamente sirven para la construcción

 Las muñecas inflables profundas y perfumadas,
 que no paran de rebotar en mi cabeza.
 Es como el agua, parece frágil,
pero su lengua puede golpear fuerte.
Olor a sangre.
Son como golondrinas como pequeñas avecillas
 y adentro de ellas hay combinaciones de amor y ternura.


  Una luz acaba con la oscuridad.
Corren y gritan en el atardecer
como el mar bajo el sol
el cual posee un aroma que se desdibuja con el paso del tiempo.
 El calor me quema las venas del cuerpo.
Las dudosas miradas alumbran las vidas.
 Gritos sordos quiebran la paz,
 mil agujas en mi piel siento esta noche,
 el reloj en mi cabeza ya no marca las horas.
 Y adentro de ellas hay combinaciones de amor y ternura

 Producción Literaria 2012

Metamorfosis

Por varios años estuvo presente ese inconveniente que por dentro te provoca un vacio, el cual no es difícil de llenar con esfuerzo propio, pero la desconfianza que te genera una persona a base de críticas, engendra la soledad que siempre estuvo oculta dentro de uno mismo, queriendo aprovechar los momentos a solas, en un lugar al aire libre, para meditar cual fue el paso diste mal en el recorrido. Con inseguridad de expresión, pensamientos inverosímiles y deseando con el dolor de un llanto, bajo la cálida luz del sol y el fresco viento que revuelve las hojas caídas sobre los pastos crecidos, sucedió lo que no interesaría saber cómo pasó, sino lo que está por venir; tener una perspectiva más grande de tu alrededor, con ojos pequeños e intimidadores en una cabeza desnuda de un color rojo pálido con una cresta carnosa teniendo como si fuera una decoración, un collar de plumas blancas en el cuello y el resto del pelaje negro, a excepción de las alas que tienen un tanto color blanco. Sentirse liviano con mucha fuerzas en las alas, y ansioso por llegar a ese lugar, en donde el viento te guía hacia un espacio libre y el sol te ilumina ampliamente. Y al momento de mover rápidamente las alas, observaba del modo que se alejaba del suelo con un elevamiento hacia el interminable cielo azul. Nicolás Pereira

El viaje

Abrir la puerta de casa es, probablemente, la cosa más difícil que hago cada día. No es que piense que el día vaya a ser pésimo y por eso me cueste abrirla, lo que lo hace tan difícil es el agotamiento mental producido por las pocas horas de sueño, nunca me acuesto tarde, pero a mi mente le gusta activarse en el momento que lo hago, lo que me produce miles de pensamientos filosóficos que a veces termino sin entender. La puerta ya está abierta, camino hasta la parada del colectivo y espero entre 5 y 20 minutos. No pasan cosas muy interesantes en ese tiempo, sólo veo los vehículos pasar, gente subiéndose a los colectivos que no tengo que tomar, colectivos que están tan llenos que no paran en la parada, en fin, unos 10 minutos en los que podría hacer algo más importante que esperar un autobús. Cuando logro subirme, suelo encontrarme con alguna que otra experiencia desagradable, como el olor a sudor de alguien que está demasiado cerca, olor a vómito de algún ebrio que anduvo en el mismo coche, el llanto de algún que otro bebé (no es que crea que los bebés son irritantes, pero oír su llanto en las primeras horas de la mañana puede ser bastante molesto). Se me van 15 minutos de vida en ese viaje, en los cuales tengo que aguantar empujones, mantener el equilibrio, escuchar música molesta de algún otro viajero mientras escucho mi propia música, generando un escenario bastante caótico en mis oídos. Ya fuera del transporte, me veo rodeado de luces, las luces de San Isidro. Camino hasta la escuela, los comercios están cerrados, la gente camina presurosa para llegar a sus trabajos o escuelas, veo sus sombras, y alguna que otra vez me asusto con las mías. Son sólo 6 cuadras las que camino, pero para mí, son eternas… Manuel Humeniuk