jueves, 26 de agosto de 2010

Igor

Y la batalla era inminente. Los valientes caballeros se encontraban montados en sus caballos, formando hileras a lo largo del que, en instantes, sería el campo de batalla. En sus ojos podía percibirse una extraña mezcla; miedo y valentía se combinaban realmente muy bien. No sabían que vendría, pero estaban listos para enfrentarlo.

La batalla comenzó. Aquellos hombres luchaban sin cesar, todos por el mismo objetivo. Igor, el más joven de ellos, tenía gran habilidad en el manejo de la espada. Podía enfrentarse a tres oponentes a la vez, casi sin inmutarse. Era valiente y osado, actuaba sin medir las consecuencias de sus actos.

Igor avanzaba velozmente hacia el jefe del ejército enemigo. Si lo destruía, la guerra terminaría. Se deshizo de la espada que utilizaba generalmente y desenvainó aquella que nunca había usado.

Ambos combatían, uno contra otro. Un movimiento preciso en el momento exacto. Igor estaba a punto de enterrar su espada en el pecho de su contrincante y…

- Igor, anda bajando. Ya está lista la cena.

- Sí, mamá. Ya bajo.

- Apurate. Todavía no entiendo por qué pasás tanto tiempo en el sótano.

- Ya voy.

Igor dejó su libro apoyado sobre una caja, de esas que contienen todas las cosas inútiles que las personas que viven en una casa no saben donde poner. Luego de hacer esto, se paró y se dispuso a salir del sótano. Tenía que ir a cenar. Luego volvería, un niño ruso de nueve años con tanta imaginación, aún tiene muchas historias que recrear.

Adriana Salon

martes, 24 de agosto de 2010

Las escondidas

A Julieta le encanta jugar a las escondidas. Siente que es un gran desafío encontrar el lugar perfecto para poder ver todo sin ser vista. Siempre elige el lugar exacto, tiene mucha experiencia en este asunto.

Cuando Julieta tiene decidido el lugar se coloca en él y se agacha, quedando en cuclillas. Ella es paciente y permanece en silencio hasta que “el que la cuenta” termina de hacerlo. Al ver que su cabeza ya no se encuentra apoyada contra la pared, y que empieza a avanzar atento buscando a los demás participantes, Julieta abandona rápidamente su escondite. Silenciosamente se dirige hacia la pared. Quiere salvarse de la terrible desgracia de tener que contar.

Lo que a ella le gusta es tener que esconderse. Le encanta utilizar su ingenio para encontrar el sitio adecuado, y no para buscar a los demás participantes. Prefiere sentir la adrenalina que el miedo de ser descubierta produce. No quiere tener que recorrer el patio en busca de los demás, sin ninguna emoción. Pocas personas aman tanto este juego, pero ninguna lo hace como Julieta.

Al llegar a la pared ella grita “pica”, de manera muy fuerte. Su risa estridente comienza a invadir los oídos los presentes. Ya todos saben, que Julieta ganó, otra vez.

Adriana Salón

lunes, 23 de agosto de 2010

Querido Carlos

1 de enero de 1997
Querido Carlos:
Hoy dejo el ´96 atrás, y con él todo lo que pasamos. Hoy entierro en la arena de esta pacifica playa todo nuestro fingido “amor”.
Paso a contarte que si me escape fue por miedo a vos y a la sociedad. Te preguntarás por qué a la sociedad. Lamentablemente durante los últimos diez años me he dado cuenta que nada es como lo pensaba. Y hoy la veo a ella, tan grande, tan bella, bailando al amanecer radiante con su corona de flores y tan solo un vestido transparente cubre su delicado y moreno cuerpo.
No sé como explicarte mis sentimientos hacia ella, creo que deberías entenderme, entendernos. Fue de un día para el otro, por eso nos fuimos, por eso estamos acá, donde nadie nos juzga, donde podemos pasear libremente de la mano y besarnos en público.
Hoy quiero agradecerte por haberte cruzado en mi camino. Sos lo mejor que me pudo haber pasado. Si no te hubiese conocido, hoy no estaría con ella.
Gracias Carlos, te estoy infinitamente agradecida por haberme hecho conocer a esta mujer increíble.
Saludos desde el Caribe, el paraíso.
Tu, ahora cuñada, Maria.


Camila Maglio

sábado, 21 de agosto de 2010

New york! New York!



La gente se acumulaba sobre una montaña de escombros, el mercado central había sido arrasado y los hambrientos se amontonaban buscando restos de alimentos. Juan caminaba a paso lento, las personas apresuradas empujaban y gemían de ansiedad, el hambre devastaba hasta al más valeroso de los hombres. Juan era delgado, pelado, muy pálido, y su respirar casi no se sentía. Tenía grandes ojos y unos oscuros parpados. Su delgada boca no abandonaba la expresión de disgusto. Sus orejas puntiagudas era lo que mas resaltaba de su cara.

Mientras de fondo sonaban las sirenas y los tanques de guerra aparecían de diferentes lugares, el sol bajaba. Sus últimos rayos calentaban las baldosas. New York no era lo mismo que tiempo atrás. Sus calles corrompidas por el tiempo y sus edificios con aspecto de viejas tumbas demostraban que no seria nunca igual que antes.

Después de la gran crisis económica, hubo una serie de guerras que dejaron mas empobrecido a Estados Unidos. Parecía que la era del gran imperio acabaría en ese momento pero fue tiempo después cuando Cuba, aliándose con varios grupos terroristas del medio oriente, desencadenaron la guerra por los Polos. Esta terrible lucha termino aniquilando todo el país y su intento por obtener agua.

New york yacía bajo la noche, seca como un desierto, dejando morir a miles de sed y hambre. Juan entro a su pequeña habitación, había conseguido un par de restos para la cena. Sentado bajo la luz de las velas, se atragantaba rápidamente con los pequeños trozos de comida. Ya no le molestaba el frío, se había acostumbrado a él. Pero le molestaba la soledad.

Todavía vivían pequeños grupos de personas esperanzadas que buscaban en la tierra pequeños brotes de plantas. No existían las familias ni ningún otro parentesco. Los bebes nacían y solo los que sobreviviesen a las enfermedades y la suciedad que exhalaba la sociedad, vivían. Los pequeños chicos se debían convertir en rufianes, asesinos y ladrones. Y las muchachas debían ignorar su niñez y lanzarse a las calles, defendiéndose por si solas, prostituyendose. Muchas morían en condiciones míseras. A nadie le importaba.

Los objetos brillantes y extraños podían venderse a muy alto precio, la raza humana siempre conservó esa tendencia a guardar cosas inútiles pero hermosas a la vista. Las monedas, los trozos de espejos y el papel eran tesoros invaluables. Juan había tenido la suerte de encontrarse un par de chapitas de gaseosas, podría comprar alimento suficiente para un mes.

Pasaba por el callejón mas oscuro en busca de algún vendedor, cuando sintió una tierna vos cantando estridentemente.

“Start spreading the news, I am leaving today”

Había escuchado esa melodía en ese mismo callejón antes, camino siguiendo el sonido con los ojos cerrados. Debía saber de donde provenía.

“I want to be a part of it, New York, New York...” seguía la melodiosa voz. Como terminando de cantar bramó un poco mas fuerte “These vagabond shoes… Are longing to spray, Right through the very heart of it,” y se corto secamente como habiendo olvidado la letra.

Juan se acerco a la puerta de donde provenía la canción y con un susurro termino al compás “New york, new york” Espero en silencio alguna respuesta. Por varios segundos pensó que nadie contestaría. El ruido de la llave abriendo la cerradura hizo que diera unos pasos para atrás, asomo lentamente la cabeza una joven de pelo negro enmarañado. Tenía unos ojos extrañamente verdes y una boca tan delicada que hacia que el resto de su cara se viera mas demacrado. Sonrió como asustada y apartó completamente la puerta. Hizo una burda reverencia y con un ademán exagerado le indico que entrara.

Juan tuvo que pensarlo tres veces antes de entrar, nadie le abría con tanta confianza la puerta a un extraño y menos a esas horas. Pensó que era una trampa, le robarían y lo matarían. Había rumores de que grupos de personas, famélicos por el hambre, tendían al canibalismo. ¿Y si dentro de la casa había un grupo de hambrientos esperando su tierna y calida carne?

- Que mas da – pensó.

En esa época de desesperación y cólera podías morir en cualquier esquina, en cualquier escabroso lugar abandonado y nadie lloraría por tu perdida. No temía por su vida.

Paso por el umbral de la puerta, el techo del edificio se caía de a pedazos, vio unas sombras a lo lejos. Miro para atrás y la chica apuraba el paso para poder caminar delante de él. La siguió por un largo pasillo hasta el cuarto de donde provenían algunas voces y risas. Risas descosidas, sin sentido, risas realmente honestas. Hacia mucho que no escuchaba a alguien reír. Mi nombre es Julia, dijo la delicada muchacha antes de empujar la puerta para entrar. Juan se sorprendió al ver a los extraños personajes que estaban sentados al borde de una vieja mesa de billar. Cuando llegó, todos callaron y lo miraron en silencio por algunos segundos. Siéntate, le indico Julia. Se acomodo en una butaca y empezó a mirar su alrededor.

En una de las puntas había un hombre con un traje de payaso corroído por el uso, con ojos caídos y tajantes arrugas que cruzaban su frente. Al otro lado, una señora de no más de treinta años lucía un vestido blanco con encajes delicadísimos ennegrecidos por el polvo. Y más cercanos a él, una pareja se susurraba cosas en francés y se abrazaba apasionadamente sin dejar de mirarse a los ojos constantemente.

¿Como sabes que esta bien que entre? Julia, vos y tus corazonadas nos van a terminar matando a todos. No podes confiar en cualquiera, Julia Julia Julia…- decía con tono de desesperación el hombre vestido de payaso.

Déjame a mí – le respondió, y se paro apresurada. Sin explicar nada le indico a Juan que la siguiera.

Bajaron hasta lo que parecía un sótano, por unas escaleras larguisimas hasta una puerta de metal macizo. La chica comenzó a tirar de la manija, haciendo mas fuerza de la que podía hacer. De a poco la puerta fue cediendo bajo la presión del peso. Busco a ciegas algo en la pared, hasta que una seguidilla de tubos de luz fueron encendiendo de a parpadeos. Ese depósito era enorme, tan grande que parecía una segunda ciudad subterránea. Estaba repleta de repisas interminables y montones de cajas etiquetadas por año y por orden alfabético. Libros anchos, CD’s, vinilos, posters de películas, tocadiscos, pinturas y demás obras esperaban amontonadas prolijamente en la oscuridad de ese lugar.

Julia lo agarro de los brazos y seriamente sin dejarlo inquirir comenzó a hablar.

Acá tenemos encerrada a la cultura que queda de New York y del mundo. El planeta esta autodestruyéndose, no hay agua, no hay comida, los animales mueren, las noches son cada vez mas heladas y los días son un tormento de calor. Las personas perdieron la cordura, no existe el amor, solo la desesperación. No hay actos de bondad, solo egoísmo. El ser humano ha involucionado, se volvió brutal y sanguinario como en sus comienzos. Cuando todo esto termine solo los fuertes vivirán, solo las más monstruosas personas capaces de matar y destrozar…esas alimañas heredarán el planeta. ¿Y que será de los artistas? ¿De los pensadores? ¿De los hilarantes escritores? ¿La música? Todo eso no se perderá para siempre, porque nosotros cuidaremos que no desaparezca, este sótano representa lo que fuimos alguna vez. Ni yo, ni ninguno de mis compañeros lo abandonaremos. Lo defenderemos, pasaremos toda esta sabiduría a los que nos sigan, y a cualquiera que quiera sentirse parte de ella. Por instinto nadie se acerca a nadie, todos tienen miedo, pero hiciste lo contrario, por eso te abrí, todavía conservas la curiosidad propia del hombre. El instinto de querer conocer e investigar. ¿Cómo sabias el final de la canción? – termino de decir Julia.

Juan la miro anonadado sin contestar y revisó con la vista nuevamente el lugar. Era, sin lugar a dudas, una mina de oro. Esas estatuas, los colgantes brillantes, los libros de tapa dura… podría vivir como un rey. Esos objetos valían una fortuna, si tan solo pudiera arrancar una hoja de cualquiera de esos textos, podría venderla y comer maravillosamente por una semana o dos. Julia le habia atraído al principio, ahora le parecía estúpida. ¿Guardar libros? ¿Cultura? A quien le importa eso… ¿La música? ¿El arte? Eran cosas obsoletas para Juan. Él necesitaba cosas palpables, no daría su vida por una causa tan ilusa. Sus pensamientos fueron pasando rápidamente a lo maligno. ¡Si obtenía algo de se lugar podría comer semanas! Pero… ¿Solo unas semanas con alimento? Si, al principio, luego moriría de hambre de nuevo… ¡NO! Volvería, y reclamaría más libros y objetos valiosos, y deberían entregárselos. Ese seria el precio de que él mantuviera la boca cerrada y no contara sobre lo que poseían ahí debajo.

Miro a la chica como reclamando lo que le pertenecía, ella miro los vacíos ojos de Juan y entendió lo que significaba, el también estaba vacío, como todos los demás. Tristemente agacho la cabeza y pregunto ¿Cuál de todos?
Juan salio por la misma puerta que habia entrado, iba descuartizando el libro que habia elegido, y después de haber arrancado todas las hojas se deshizo de la cubierta, tirada en un callejón quedo la última tapa del último ejemplar de “humano, demasiado humano” de Friedrich Nietzsche.


NATACHA MANSILLA

Un legendario ser

En 1830 , solo una persona era mas importante que Londres . Sherlock Holmes . No debía anunciarse , todos lo conocían . Millonario . Enorme millonario . Rodeado siempre de fáciles mujeres , y pobres admiradores . Legendario ser . Legendarias palabras las que expreso . Mejor que todos , mejor que vos . Se que estas mal , se que te vas , ¿puedo hacer algo por vos?. Siempre decía que la gente era algo mas en el camino, era algo mas que pisar .

Londres lo conocía muy bien , algunos lo querían callar . Los demás lo sabían amar . REVANCHA . Esa palabra sonaba muy bien en la cabeza de sus enemigos . En su cabeza, la palabra PODER , era la mejor . Asústense cuando no cumplan lo que yo les digo. La gente se va cuando se equivoca . Sherlock era el mejor , eso es lo que creía el y su cabeza , todo el tiempo. Legendario ser . Legendarias palabras las que expreso . Decía que el mandaba a los que no servían al lugar en donde los Ángeles vuelan . Los que lo querían ver desaparecer , pensaban en mandarlo al lugar en el que el fuego arde y rápidamente te consumís .

La ARROGANCIA contra la REVANCHA , en Londres , en pleno 1830 . Los aliados a Sherlock , contra los enemigos de Sherlock . Alguien iba a ganar , a alguien iban a sentenciar . El sol nunca brillo tan fuerte . El calor nunca se sintió tanto . El Tamesis , por un instante se seco . La humedad londinense por unos minutos escaseo . El sol fuerte los quemo . El suelo se separo y a ambos hundió . La ARROGANCIA y la REVANCHA de Londres desapareció . Los que estaban en contra , los que estaban a favor e incluso el gran Sherlock , todos cayeron . Son solo otro mito . Ya nadie los escucha .

Boris Hernandez Bruno

Ernesto y la fábrica de kiwis


Ernesto era un tipo copado. Debería tener más de 80 años ahora, porque aunque nunca me dijo con exactitud su edad, sé que estuvo en la Segunda Guerra Mundial, ése es un buen dato. Siempre nos hablaba de la guerra, él era joven dice, muy joven. Y sin embargo tuvo que estar en la guerra. Porque su padre era General, y era la obligación de Ernesto, de estar en la guerra.
Él era polaco. Su nombre no lo dice, porque su madre es argentina. Pero nació allá, en Varsovia. Seguro te preguntarás que hago hablando de un anciano de 80 años ¿No?
Bueno, Ernesto era especial. Desde que mis hermanos y yo somos chiquitos, que nos escapábamos de casa para estar un rato en la calle con nuestros amigos, que vamos a la casa de Ernesto. Eso fue hace como 20 años atrás, cuando éramos chiquitos.
Ernesto nunca quiso contarme de qué trabajaba. Siempre cuando lo visitábamos, además de darnos montañas de dulces, me contestaba: Juan, deja de preocuparte por mi trabajo, solamente… tengo una fábrica de kiwis. Y yo le sonreía. Porque me lo creía. Es decir, hoy por hoy, no es creíble. ¿Quién se creería que dentro de su casa alguien podría tener una fábrica de kiwis? Además ¿Con qué fin si no vendía frutas?
Pero tengo que confesarles algo: es cierto. Hace unas semanas que volví a mi barrio de la infancia, a recorrer las calles que me hicieron recordar infinidades de cosas que creía haber olvidado. Es más, cuando mi hermano y yo, escribimos nuestros nombres en el cemento húmedo del arreglo de la calle de nuestra casa, todavía estaban ahí. “Juan ´90” y “Diego `90”.
Ahí fue cuando recordé la casa de Ernesto, seguía igual que siempre. Con ese color amarillo pastel del frente, y todo de madera. Al parecer, continuaba manteniendo bien su casa. Me acerqué a tocar el timbre, y me entró una duda: ¿Seguirá viviendo? ¿Seguirá viviendo acá? Sin embargo, alguien ya había abierto la puerta. Era una muchacha, diría yo de unos cuantos años menos que yo. Me miró confundida, y yo a ella.
- ¿Ernesto no vive más acá? – le pregunté, aunque capaz, la chica no tenía ni idea de quien era Ernesto.
- No, mi padre falleció hace unos años – me dijo ella. ¿Padre?
- No sabía que Ernesto tenía una hija… -
Ella se encogió de hombros. Ahí me di cuenta, que por su edad, Ernesto debía de haber tenido a esta muchacha, tiempo después de que yo me mudara. Porque sino, la recordaría.
- Bueno ¿Y quién sos? – me preguntó ella recargándose sobre la puerta. Yo me había quedado pensando.
- Mi nombre es Juan, cuando era un nene jugaba con tu padre.
- Veni, pasa… - me dijo invitándome a su casa.
La casa de Ernesto estaba muy cambiada. Ya no era la misma. Se notaba que esta chica había cambiado todo. Una lástima, siempre la casa de Ernesto me había gustado. Sonreí al ver unas cuántas fotos de él por toda la casa. No encontré foto ninguna de alguna mujer, que pudiera decirse que era la madre de esta chica.
- Mi padre murió, por decisión propia – me empezó a contar ella – No, no se suicidó – me dijo cuando vio mi rostro de preocupación - ¿Nunca te contó? – frunció el cejo y yo lo miré confundida – Lo de su fábrica…

Yo intenté recordar y entender de qué me hablaba la chica, pero no lo entendía. Luego, lancé una carcajada.

- ¿La de kiwis? – y ella asintió entusiasmada – Si, pero ¿qué tiene que ver?
- Bueno, no era una simple fábrica de kiwis… - empezó a contarme mientras abría una puerta de una habitación que yo siempre había visto, pero nunca había entrado – Esta maquina, genera vida humana… tanto como la destruye.
Ella se dio vuelta y notó en mi rostro la desorientación total, estaba diciéndome cosas descabelladas.
- Así nací yo – señaló la máquina, y luego fue a buscar una gran cantidad de papeles amarillos ya por la antigüedad y me los mostró.
Eran bocetos de un bebé e instrucciones de cómo crearlo.
- ¿Eres producto de una máquina? – la miré trastornado, y ella simplemente asintió.
Seguí observando los papeles, y vi que había uno llamado Mortis Lenis, que nunca supe que significaba, pero que tenía anagramas de un hombre muerto.
¿Podía ser todo esto cierto?
- No, esto no puede ser cierto – empecé a reírme – Que chistosa que sos, ¿Cómo puede existir algo así? – negué con la cabeza y le devolví los papeles.
Empecé a caminar a la salida principal, puesto que esta tontería ya me parecía demasiado, ya estaba grande para seguir con mentiras de fábricas de kiwis y regeneración y destrucción de humanos.
- Juan, espera, es totalmente cierto… - me dijo ella mientras me seguía - ¡Espera! Ya lo recuerdo… - dijo ella de golpe – Él dejó algo para ti.
Me frené en ese instante y me giré a verla, la chica entró a otra habitación y salió con un sobre en la mano y me lo dejó.
- Léela, algo debe explicarte él aquí… si me crees, vuelve – me dijo mientras habría la puerta.

Y hoy, estoy, nuevamente sentado a su lado. En la carta Ernesto, con sus sabias palabras me explicaba el funcionamiento de esta máquina, y me otorgaba también el derecho de presentarla como mía. Él ya había probado como crear y como destruir personas. Ahora era mi trabajo difundir el funcionamiento de esta fábrica de kiwis.

Carolina Lesca

Se me derritió el sombrero

Me encuentro encerrada en este lugar. Estando en soledad, sólo me queda esperar a que suceda lo inevitable. Perdí la noción del tiempo, junto con el ánimo y la esperanza de sobrevivir.

Las cosas se agravaron. Todos pudieron predecirlo, pero nadie quiso prevenirlo. Las personas esperaron a que no haya soluciones para comenzar a buscarlas.

Este tema no es una novedad, desde que tengo memoria se encuentra presente. Lo estudiamos en el colegio, lo escuchamos en la televisión y siempre tuvimos acceso a libros que lo adelantaban. Nadie podía imaginarse que estaba tan cercano, y que las consecuencias serían muchos peores que las que imaginábamos.

Poco a poco fue creciendo. La temperatura de la tierra aumentó, y esto comenzó a afectar directamente a la gente. El material de las casas ya no podía resistir al calor, y comenzó a derretirse. Las personas, al no poder aguantarlo tampoco, comenzaron a utilizar una protección especial para salir a la calle. Ya no podían darse el lujo de circular tranquilamente y en cualquier momento, se establecieron horarios en los que la temperatura era un poco más llevadera. Se crearon refugios, que buscaban reemplazar la función de las casas. Estos no tenían grandes comodidades, pero estaban equipados con todo lo necesario para poder sobrevivir, que era la principal aspiración de las personas de esta época. No todos contaban con la posibilidad de acceder a uno, por lo que muchas personas murieron de forma instantánea. Hasta en los peores momentos la ambición financiera de algunos predomina por sobre todas las cosas.

Sin embargo, la situación no mejoró. El fenómeno continuaba avanzando día a día, acompañado por la falta de conciencia de las personas.

El día que el sombrero de mi mejor traje especial se derritió, supe que el calentamiento global nos había ganado. Ya no había marcha atrás, ya nada se podía hacer.

Y mis suposiciones fueron ciertas. En este momento, me encuentro encerrada en mi refugio. Todas las ventanas se encuentran recubiertas por un material especial que intenta filtrar el calor. Las puertas están tapadas, aunque de nada va a servir. Las reservas de comida me permitirán vivir un par de días más, aunque no creo que esto alcance. Ya no cuento con los líquidos que utilizo para regenerar mi piel, la cual arde en carne viva.

Es horrible contarlo, pero más terrible es vivirlo.



Adriana Salón

domingo, 15 de agosto de 2010

Querido Boddah

Querido Boddah:



Esta nota debería de ser muy fácil de entender, Boddah. ¿Hace cuanto tiempo que no hablamos? Tengo cosas importantes que decirte amigo, ya hace demasiado tiempo que no me emociono ni escuchando ni creando música, ni tampoco escribiéndola, ni siquiera haciendo Rock 'n 'Roll. Me siento increíblemente culpable. De hecho no te puedo engañar, ni a ninguno de ustedes. Simplemente no seria justo ni para ustedes ni para mí. Simular que me lo estoy pasando el 100% bien sería el peor crimen que me pudiese imaginar ¿no crees? Mi vida esta ligada a los fans..

Soy consciente de que yo, nosotros, les hemos gustado a mucha gente. En el ultimo concierto la gente deliró con “Blow/Nosie”, vos lo viste, amigo fue genial, pero ya no siento lo mismo.

Soy demasiado sencillo, no como vos, hermano. Necesito estar anestesiado para recuperar el entusiasmo que tenía cuando era un niño. Sólo hay bien en mí, y pienso que simplemente amo demasiado a la gente. Tanto, que eso me hace sentir muy triste. El típico piscis triste, sensible, insatisfecho, ¡Dios mío! ¿Por qué no puedo disfrutar, hermano? ¡No lo sé! Tengo una mujer divina, llena de ambición y comprensión, amo a Courtney, y lo sabes. Y tengo una hija que me recuerda mucho a como había sido yo. Llena de amor y alegría, confía en todo el mundo porque para ella todo el mundo es bueno y cree que no le harán daño. Eso me asusta tanto que casi me inmoviliza como solias hacerlo tu ¿sabes? Me recuerdas mucho a ella. No puedo soportar la idea de que Frances se convierta en una rockera siniestra, miserable y autodestructiva como en lo que me he convertido yo. Lo tengo todo, todo. Y lo aprecio, pero desde los siete años odio a la gente en general... Sólo porque a la gente le resulta fácil relacionarse y ser comprensiva. ¡Comprensiva! Sólo porque amo y me compadezco demasiado de la gente. Y cuando leas esta carta se que estaré muy lejos de ti y no podrás ayudarme.



Gracias a todos desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo por vuestras cartas y vuestro interés durante los últimos años. Soy una criatura voluble y lunática. Se me ha acabado la pasión.



Y recordad que es mejor quemarse que apagarse lentamente.

Paz, amor y comprensión.

Kurt Cobain

Frances y Courtney, estaré en vuestro altar.

Por favor Courtney, sigue adelante, por Frances, por su vida que será mucho más feliz sin mí. Los amo. Los amo

Fernando Ibarra

Usted es un inútil

Ya era la quinta vez que me echaban de un trabajo, (esta vez era de el supermercado chino “heladeras apagadas”), y siempre me decían lo mismo: no lo tome como algo personal ,pero usted es un inútil a tiempo completo , (esto ya me lo habían dicho en la fabrica de aspiradoras “Polvadera” , en la empresa telefónica “Llamamos siempre”, en la tintorería taiwanesas “Mancha”, y en el restaurante kosher “Judes Cook Better”) . Tras haber sido despedido de cinco trabajos, mi autoestima estaba mas baja que el rating de Canal Encuentro. Pero no me puse mal, trate de reponerme y de salir a luchar nuevamente. Con un curriculum más feo y desagradable que la cara de Zulma Lobato, salí a buscar trabajo por las calles de Buenos Aires. Era inútil. A las dos horas estaba en casa nuevamente, era más difícil que yo encontrara trabajo, que Emanuel Horvileur un fan.

Me encontraba triste y deprimido en casa. Pero comencé a pensar en que podía hacer en vez de tener un trabajo. Rápidamente recordé mi sueño de cuando era adolescente: Ser cantante. Para realizar esto, tenia que componer música y escribir letras. Por suerte la música ya estaban compuesta, ya que un amigo mío había grabado un demo con unas canciones instrumentales y ese cd estaba en mi departamento, por lo que tenia un problema menos que solucionar. Ahora tenia que escribir letras para mi futuro cd. Justo ahí comenzaron los problemas, ya que escribir nunca había sido lo mío. Comencé a pensar sobre que podían hablar mis letras. Varias ideas vinieron a mi cabeza, podía hablar sobre mis trabajos, sobre mis sueños o sobre lo bien que planchaba camisas, pero todos estos temas eran menos interesantes que ver un partido de golf . Luego recordé una vieja propaganda en la que la actriz decía: “¿Usted sabe que el inodoro fue un invento revolucionario?”.Pensé en escribir sobre inodoros, pero luego recordé que hablar sobre inodoros en una canción de rock, era mas estupido que comprar una entrada para ver Fortuna.

Pasaron los días, y finalmente escribí mi primera letra, la insiparicion me llego en el momento menos inesperado, me encontraba sentado en mi inodoro y la letra me llego a la cabeza, y pude escribir mi primera canción. Luego recordé que la actriz de la propaganda, tenia razón acerca de lo que dacia sobre los inodoros, ya que realmente eran revolucionarios, ayudaron a un idiota como yo a escribir una letra. Momentos después, grabe la canción completa en un cd, y salí a probar suerte.

Llegue a las puertas de los estudios Sony/BMG, pero no tuve suerte allí, me dijeron que mi canción era peor que la programación de Canal 7 y la de Canal Rural juntas . Salí de allí muy desilusionado y enojado, ya que habían insultado mi canción de una manera muy agresiva . Me habían comparado con la programación de Canal Rural. Seguí intentando, y tras ser rechazado en más de cinco compañías discográficas, finalmente llegue a las puertas de Cero Éxitos Estudios. Allí me trataron muy bien, y un hombre mas homosexual que Ricardo Fort y Marcelo Polino juntos, con un tono demasiado gay, me dijo: Señor, en unos días lo llamaremos para firmar el contrato . Salí de allí muy feliz, finalmente mi single iba a ser publicado .

Tras varios días de espera , me llamaron para firmar el contrato y además me dijeron de filmar un video clip , acepte inmediatamente a ambas propuestas . Tras hacerlo ,comenzaron a publicitar la canción . Luego de un par de días , se puso a la venta el single . Los de la discográfica me comentaron que en el primer día de ventas de mi cd , se vendió tan solo una copia(seguro la había comprado mi mama y por lastima), y que al segundo día las ventas aflojaron un poco .

Pasaron los días , y mi fracaso comercial era mas evidente que las cirugías de Susana Gimenez . Por lo que los de Cero Éxitos Estudios , me despidieron y cancelaron el contrato conmigo .Después de todo , me di cuenta que la gente tenia razón , era mas inoperante que Demichelis defendiendo en la Copa del Mundo .
Boris Hernández Bruno