viernes, 11 de junio de 2010

Los amantes de Verona


Fue el último. Aquel que llevo grabado en la piel y en cada uno de mis sentidos.

Mis ojos cerrados, seguramente los suyos también. Nuestros cuerpos unidos, como si fueran uno. Una de sus piernas rozando suavemente la blanca tela que recubre las mías.

Mis manos aferradas a su cuello, y despeinándole suavemente el cabello; las suyas debatiéndose en una lucha interna, terminar el cálido abrazo que anhela forjarse o escapar por el balcón de mi habitación, a la fría y solitaria noche, que es el resguardo perfecto para un hombre que buscar huir sin ser visto.

Mis sentidos no bajan la guardia, se encuentran en alerta de cualquier ruido o movimiento extraño que pueda significar la presencia de alguien más, un tercero que pueda arruinar la magia del momento y desatar la discordia entre las familias.

Sensaciones efímeras, pero apasionadas. Caricias suaves y cálidas. Besos que comienzan siendo cortos, pero no pueden evitar prologarse. Encuentros no planeados.

Un padecimiento que debemos sufrir. Aquella pasión que, por el odio de nuestras familias, debemos esconder.

Simplemente compleja, así es la vida de nosotros, los amantes de Verona.



Adriana Salón

1 comentario:

Lu Francia dijo...

Es hermoso... tiene un recurso cargado, que queda muy bien :) tal como la pintura. Muy bueno :)