miércoles, 16 de junio de 2010

Descabellado pero cierto

Mi historia no es convencional, claro que no. Quizás sea por el hecho de que no soy una persona común y corriente, soy un rey. Un rey con poderes mágicos, que tiene el don (o más bien la desgracia) de poder viajar en el tiempo.

Honrado, justo, terco y soberbio. Así solían describirme las personas que habitaban en mi reino. Ellos afirmaban que mis ojos eran de un color azul casi transparente, tal como era el agua que podía encontrarse en cada una de nuestras lagunas. Solían hacer bromas acerca de mi boca, mofándose de lo grande que era. Pero, cualquier rastro de esas risas, desaparecía de sus rostros al escuchar mi risa, que era estridente y algo macabra.

Siendo el rey de América, mi principal objetivo era erradicar la pobreza que arrasaba con este lugar. Realmente quería conocer, quería aprender. Realmente quería ser el mejor.

Estaba acompañado por mi fiel secretaria. No dudaba de ella, le confiaba ciegamente todos mis planes y secretos. En ella pude encontrar a mi mano derecha, a una gran amiga y consejera de guerra.

Todo parecía marchar a la perfección. Poco a poco la libertad individual de todos los habitantes de América iba apareciendo. Los ejércitos luchaban por conseguirlo, y los estaban haciendo correctamente.

Pero nada puede ser completamente perfecto y, lo perfecto, no puede durar demasiado tiempo. Mi problema apareció al enterarme que mi hermana menor, también había heredado poderes mágicos. Todos en la familia pensaban que esto no sucedería, ya que solamente uno de los hijos (y generalmente el varón) es el que los hereda.

Realmente esto no me sorprendió, ni siquiera un poco. Desde siempre ella había demostrado una gran predisposición hacia las artes mágicas, en especial hacia la magia oscura. Nuestro objetivo era el mismo, pero ella pensaba llevarlo a cabo de otra forma. Ella quería arrasar con todo lo que encontrara a su paso, sin tener en cuenta que estaba bien y que estaba mal. Sin mirar, sin pensar. Ella solo quería arrasar.

La competencia era inminente, y la victoria significaba la obtención de un tesoro muy codiciado. El definitivo control de la corona, y todo lo que ella englobaba. Sabiduría y poderes ilimitados, más de lo que cualquier otra persona podría pedir.

Yo no conocía exactamente de que formas estarían representados estos grandes tesoros. Imaginaba cosas extraordinarias. Objetos inimaginables para cualquier ser humano común.

Como estaba previsto en mi mente, el enfrentamiento llegó rápidamente. Las tropas que había formado mi hermana se enfrentaron con las mías. Mi secretaria, quien siempre luchaba a mi lado, se llevó la peor parte. Una gitana vidente, llamada Claudia Serrucho, contratada por mi cruel hermana, la convirtió en rata de campo utilizando sus poderes mágicos. Si bien me produjo un gran tristeza saber esto, en parte estoy agradecido.

¿Quién pensaría que la sabiduría eterna y los poderes ilimitados estarían escondidos en el cuerpo de un pato? ¿Quién iba a imaginarse que la guerra desatada era a causa de la posesión de un pato? Descabellado, pero cierto.

Mi fiel secretaria entregó su cualidad humana salvando a Otto, el pato, de una muerte segura.

Una vez terminada la pelea me acerqué a contemplar al peculiar pato. Él se encontraba allí, quizás sin entender aún que es lo que había ocurrido. Sin comprender muchas personas habían muerto, que grandes familias habían reducido notablemente su número y que gran parte del reino había quedado hecho trizas.

Con paso lento y acompasado me dirigí hacia Otto. A pesar de todos los problemas surgidos, habíamos conseguido nuestro objetivo. Utilizando todas las cualidades que albergaba ese pato, la pobreza de América (y quizás del mundo) sería completamente erradicada.

Al poner mi mano en contacto con su espeso plumaje sentí algo que no esperaba. Un gran estallido se produjo y una sensación extraña invadió mi cuerpo. Cerré los ojos instantáneamente, pero sabiendo que eso no modificaría en nada lo que ocurriría.

Al abrir mis ojos, me encontré en medio de un cruce peatonal.

Hoy por hoy, y viviendo en otro tiempo, pude sacar algunas conclusiones y teorías.

Lo que el pato Otto asigna es un peculiar don. Permite, a quien lo toca, viajar en el tiempo. La desgracia es que este viaje no es premeditado, se llega al destino elegido por Otto.

Al ver el continente americano actualmente, también puedo percibir que mi objetivo nunca fue cumplido realmente. Que lo que el pato hace es revertir los hechos, alterar completamente las situaciones del pasado y ocasionar graves consecuencias en el futuro.

Espero, algún día volver a mi tiempo. Quiero decidirme por no luchar, y saber si mis teorías acerca de Otto son ciertas.


Adriana Salón.

No hay comentarios: