martes, 25 de noviembre de 2008

Una sorpresa inesperada

Era el hombre más malo y rico que podría existir en aquel lugar.
Todos le tenían terror, nadie quería asomarse, nadie lo quería.
El famoso comerciante, Arnaldo de La Morgué, era conocido como una persona que no tenía sentimientos.
Se decía, en aquella vieja comarca, que el autor del crimen de su esposa, había sido él.
Ella, había caído desde una de las torres de aquellos añejos caminos, pero jamás pudo demostrarse la culpabilidad de De La Morgué.
Pero entre imágenes grises del recuerdo, se encontraba una bella historia de amor que crecía entre la hija del comerciante, Camila, y un joven humilde y no tan rico como ellos llamado Eduardo. El joven y Arnaldo, no se llevaban bien, como era costumbre del padre de la doncella, pero Camila y Eduardo tenían una historia que parecía y que jamás terminaría…
Nadie lo sabía, pero Arnaldo abusaba de ella.
Un día, como cualquier otro, llegó el cumpleaños de la hija de aquel viudo, día en que las calles se vistieron de fiesta por un año más de vida de la más hermosa de todas las jóvenes de la comarca. El aire olía a flores, y tiras de colores pendían de una casucha a otra. La música se hacia presente y el aroma de las comidas que se hacían en ese lugar, inundaba el aire y hacia que el que la oliera, se le hiciera agua la boca, pero algo sucedía. No aparecían ni el joven Eduardo ni el padre, Arnaldo…Los nervios y la tristeza de Camila, la llevaron a su habitación, donde sucedió lo inesperado…
Una caja, bien envuelta, con un gran moño, como si fuera una dadiva del cielo la esperaba ubicada sobre su cama…
Había una tarjeta sobre el regalo que decía: “Lo amaste, y por eso perdió su cabeza por tí…ya no vas a amarlo más que a mí. Tu Amado Padre.”
Ella lo entendió todo…en el afán de incestuar con ella, su sangre, había matado lo único que la mantenía con vida…su único amor, Eduardo.
Salio corriendo, la ira la envolvía, y la llevó a cometer la más grande de las locuras…Tomó un cuchillo ubicado en una de las mesas de la gran fiesta, y en el mismo momento que lo encontró a Arnaldo, lo arrojó al suelo, le rasgó las vestiduras, y sin dudarlo un momento, cortó su miembro hasta morir desangrado.
Lamentablemente, al ver todos el crimen, la acusaron también del asesinato de su madre y hasta el de su novio, sin creer en la nota que había dejado Arnaldo, creyendo que había enloquecido, y la condenaron a muerte, pidiendo perdón a De La Morgue mirando al cielo, por haberlo culpado de un crimen, que realmente, había cometido.
Analia Humeniuk 4to 2da TT

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