miércoles, 29 de septiembre de 2010

La verdad oculta

Cuando yo desperté, él estaba sentado en mi cama. Sus enormes ojos negros, sin expresión y sin fondo parecían engullirme entero. Sentí sus dedos fríos y delgados como lápices acariciando mi cabeza; de los ojos y de los extraños orificios nasales- apenas dos agujeros negros sobre la piel cetrina- comenzó a salir un fluido amarillento, parecía estar llorando.
No me dio miedo, muy dentro mío lo reconocí, en alguna parte de mi ADN palpitaba una verdad inquietante.
La luz enceguecedora que se asomaba por la ventana de mi cuarto parpadeó 3 veces, ante esta señal, se levantó lentamente, como si le pesara alejarse. Se situó de tal modo frente a mi ventana que la luz lo envolvió y entonces desapareció. Escuché el sonido de la nave que partía a una velocidad demencial.
Me incorporé y miré mis manos, examiné mis brazos, sentí mi rostro, no me parecía en nada a El, sin embargo, del fondo de mi ser fue subiendo incontrolable una palabra que pronuncié sin permiso de mis labios y que dejó una herida abierta a su paso:“¡Papá…!

Estrella Gómez.

1 comentario:

Lu Francia dijo...

Me Gusta. No se explicar muy bien por que... pero lo voy a intentar. Creo que, en primer lugar, me senti muy identificada con el tipo de sueño, son cosas comunes, pero que te llevan hacia otro lugar, otra cosa... nada es lo que parecia y al final uno se sorprende cuando se menciona a la figura paterna. Es muy bueno, justo y con lo necesario para ser un sueño, sin detalles cargosos... Genial Estrella :)