viernes, 10 de septiembre de 2010

Desperté

Me encontré en un campo vacío, eran alrededor de las cinco de la tarde, quizá más. A los veinte metros de mi posición original yacían probadores; éstos se constituían de cinco fierros, uno clavado al lado del otro, dejando lugar entre ellos, para dar espacio a cortinas que impedían una vista del otro lado.
En el primero se oían gemidos desesperantes; tanto lo eran, que quédeme observando allí, para ver qué sucedía. Mientras tanto, iba observando a lo lejos, probador por probador: habían pares de pies dentro de cada uno, en silencio. Repentinamente se abrió el probador del comienzo, y para mi sorpresa, salió un hombre gritándole a su esposa embarazada. Se notaba terriblemente furioso. Entre gritos le decía: "¿Ves? ahora ni un vestido te va a quedar bien"
Tenía un fierro, fuertemente aferrado, entre manos sangrientas.
Desperté. Había sangre por todos lados: en sus manos, fierro, su mujer... Ésta, agonizante, cayó al suelo y rompió en llanto. El hombre, furioso, se retiró.
Traté de acercarme más. Al dar mis primeros pasos me percaté de sus órganos y tripas desparramados por el suelo, remojados en sangre. Luego un terrible olor. ¡Pero había algo más allí! algo entre órganos y tripas que a duras penas pude ver... Aterrado caminé hacia atrás con la vista clavada en él.
Cambió algo: ... Aterrado caminé hacia atrás con la vista clavada en sus restos.

Ulises Guyot.

No hay comentarios: