miércoles, 28 de abril de 2010

Un recuerdo no tan recordado

Muchos o pocos. Pero siempre hay recuerdos. Feos o lindos. Pero siempre presentes. A veces borrosos, a veces totalmente claros. Pero si buscas, siempre vas a encontrar.

No diría que tuve una infancia conflictiva ni muy dolorosa, puesto que hoy es totalmente normal que haya chicos con padres separados. Tampoco recuerdo que me haya afectado mucho, pero ahí está el problema: no lo recuerdo.

Capaz lo que más cambió en mi vida en ese momento, que tenía nueve años, fue que me mudé. Y no de una casa a un departamento, o de Martínez a Olivos. Fue de Mar del Plata, a la grandiosa Ciudad de Buenos Aires. Dejé todas esas amiguitas de la infancia, con las que compartís las primeras cosas de tu vida, las primeras muñecas, el primer maquillaje, el primer juguete.

De todas maneras, no recuerdo si me molestó o no.

Sí quería estar con mi papá, y él se quedaba en Mar del Plata. Yo lo quería a él, no quería Buenos Aires, ni mamá, ni hermano, ni abuela. Papá. Sólo él. Pero no tenía otra opción que venir con mi mamá hacia Buenos Aires y vivir en la casa de mi abuela, los cuatro (mamá, mi hermano, mi abuela y yo) en su casita.

Nuevo colegio, nueva ciudad, nuevas costumbres. Difícil fue cuarto grado. Sin amigas, sin apoyo. Pero dicen que el tiempo lo cura todo. Y así fue. Ya en quinto grado empecé a socializar más y a tener más amigas.

Y de a poco, esa pequeña obsesión de mi infancia de querer estar con mi papá, se fue desvaneciendo. Se fue perdiendo. No sólo por la distancia, o porque Buenos Aires empezó a gustarme, sino por muchas circunstancias que empecé a entenderlas al haber entrado en la adolescencia.

Problemas que cuando era una niña, no entendía.

Carolina Lesca

1 comentario:

Lilith dijo...

wau.. me gusta.. jaja yo también tuve problemas de amistades en cuarto grado, pero cuando te hacés respetar todo mejora o no?
me gusta como escribis :)