lunes, 19 de julio de 2010

La de amarillo

Estábamos en el colegio y mi mejor amiga, Lola, me dijo que tenía que contarme algo muy importante, por lo que creí que el sábado pasado había logrado romper su récord y se había chapado a 11 flaquitos.
Para cuando tocó el timbre, yo ya me había olvidado de esto… pero ella no. Vi su cara y comprendí que se trataba de algo un poquito mas profundo.
-Vení, vení- me dijo. Me hablaba en secreto, como si alguien la estuviese vigilando para que no hable, sintiendo el rigor por eso.
Pero apareció Mati y ella pareció cohibirse totalmente. Había algo que yo no sabía y ellos si, era obvio. Él me dio un beso. El mejor. Me acordé de la noche que habíamos tenido el jueves. Después de contestarle que estaba bien acompañado de una sonrisa y pretendiendo que se fuera para poder hablar con Lola, él notó mi inquietud y, después de otro beso, me dijo que me amaba lo suficientemente fuerte para que Lola y la gente de al lado lo escucharan.
-¿Ves esa chica?- me dijo, mirando para el lado donde estaba Mati saludando a dos, que parecían cortas de edad y también de mente.
-¿Cuál?
-La que tiene amarillo-
-¿Cuál, la de allá?-
-¡No! ¡La de al lado!-
Escuché su relato sin preguntar nada más, sólo asentía.
Toda la hora siguiente estuve inquieta, hasta que tocó el recreo de las 16.25hs y salimos del aula. Fui caminando rápido hacia el baño, y me quedé en el primero, el más grande, pensando. Tocó el timbre dando por terminado el recreo y, cuando estaba por salir, la vi.
La de amarillo estaba lavándose la cara enfrente de la salida de mi baño, por lo que no podía verme. Era la mía. Y era mía.
La agarré de los pelos y le pegué en las piernas, su cabeza golpeó en el suelo. La metí a mi baño y puse la traba. No sabía de donde salía mi fuerza, pero me encantaba. Adoraba el sonido que hacía su cabeza cada vez que chocaba contra el inodoro, el olor a sangre que corría por el piso y el sabor que tenía la venganza.
Lavé todo, pero más me lavé a mí. Volví a clase, la profesora no me vio entrar y tampoco había notado mi ausencia.
-Hoy todo el colegio se va a comer una cagada a pedos. Perdón- le dije a Lola, seguido de- Gracias, veré que hago con él.-
El baño del Colegio Nacional de San Isidro había sido destruido. Y una chica también.

Sabrina López

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