viernes, 1 de mayo de 2009

Autorretrato de Lucía Bonetto


Tengo 16 años y, si la memoria no me engaña, escribo desde muy joven. Claro que hubo un tiempo en que, como a muchos niños, no me atraía la idea de “producir” algún escrito; pero aunque no puedo encerrar entre años este tiempo, si se que fue la soledad el principal factor que me retornó al papel.
Muchas cosas me llevaron a verme sin compañía verdadera, tantas que no podría contarlas o que prefiero no hacerlo, pues el ámbito social de mi joven vida no se desarrolló de la manera en que me hubiese gustado. Teniendo en cuenta lo que viví durante 7 años de primaria, es comprensible que mi actitud se volcara al aislamiento.
Tengo 16 años, de los cuales al menos 5 encontraron la forma de expresarse a través de la birome y el papel, pues los pensamientos que se entrelazaban en mi cabeza no encontraron salida por la boca. Tampoco es como si nunca hubiese leído algo que me diera la emoción de escribir, pero ninguno de esos casos estuvo impreso en un libro.
La poesía es algo que siempre me gustó, es de hecho, lo único por lo que he leído un libro. Mis primeros intentos de escritura fueron poemas al aire y es algo que siempre me fue más fácil de crear, al no seguir al pie de la letra los esquemas preestablecidos, que cualquier tipo de cuento.
Tengo 16 años y todas mis historias nacieron de una alucinación o de una mentira, como es el caso de la que más he producido. Y este hecho se relaciona con el que explique más arriba, el aislarme de las personas.
Tuve en un momento la necesidad de “describirme” ante otros individuos (que nunca me vieron y quizás nunca lo harán) y al no sentirme segura de lo que pudieran pensar, y tal vez incluso un poco baja de autoestima, mi imaginación creó todo un mundo alterno que, se suponía, era mi vida. Claro que las grandes diferencias y el ego que creció a los 13 años, separaron ambos conceptos.
Tengo 16 años y más de la mitad de mi tiempo me la paso pensando en que decir o que hacer, como actuar y como expresarme, en fin, pensando en que es lo que voy a “no hacer”, pues casi nada de lo que cruza mi mente es llevado a cabo. Y, gracias a las reflexiones que esto mismo conlleva, me di cuenta que todo lo que ahorca mi garganta se ve reflejado en cada fantasía que expreso al momento de sentarme a escribir (casi siempre en la computadora, pues la aberración que es mi letra no me deja otra alternativa).
Tengo 16 años y aún así no relaté nada de lo que es “mi vida”, pero lector ¿Qué hay qué contar, si la mayoría de mis recuerdos fueron suprimidos por mi mente (por un motivo el cual desconozco) y no hay nada más interesante que lo dicho?

2 comentarios:

Pamela dijo...

Me hace acordar a mi misma el año pasado y creo que que en algún momento te vas a dar cuenta de que esa idea de que toda tu vida es una fantasia es parte misma de la fantasia, y que siempre hay personas que te ven, y que te quieren y que estan ahi para vos. Personalmente no creo que la popularidad sea un factor determinante para poder ser feliz, ni mucho menos para poder gritarle el mundo quien sos, porque cada uno es único y especial, y el hecho de no pertenecer a ese mundo frivolo quizás te haga aún mas especial.
Además pensá que esa gente que no te conoce es la que pierde la oportunidad de conocerte a vos. No está bueno encerrarse y escribir, no hace bien, no es sano y no te ayuda a salir del pozo. Escribir es una herramienta, pero no la única.
No siempre hay gente ahí afuera dispuesta a escuchar, a entender, pero así son las cosas y no por eso hay que dejarse llevar por la corriente individualista y superficial. Seguramente tenés mucho para dar pero todavía no estás lista. Cuando estés lista lo vas a saber, pero no te encierres porque eso empeora las cosas. Gritale al mundo quien sos, y si el mundo no parece estar dispuesto a escucharte, siempre alguien lo va a hacer.

(Me gusta seguir chusmeando qué postean, me intriga, y no sé por qué me meto en la vida de esta chica pero me sentí identificada y tenía que escribir algo al respecto, espero no haber invadido la privacidad)
Mucha suerte.

Sonia B. dijo...

escribir y compartir lo que se escribe ya es una gran ventana abierta, no es lo mismo que encerrarse, al contrario, es una manera de estar, como dice Pame, gritándole al mundo quién sos.
Sonia