domingo, 11 de septiembre de 2011

Pétalo de rosas

Los pétalos de rosas aromatizaban Argentina desde hacía ya un par de años, era el tiempo del color rojo y la pasión por luchar por eso.

Desde chico vivía en Buenos Aires como esclavo de mi mundo pequeño, mi familia era de clase alta por lo que yo heredé toda la fortuna, aunque a mí poco me interesaban ese tipo de cosas y más aún cuando conocí a la dama más hermosa de la ciudad. Laura, esa mujer que me encandiló, era de clase media baja y estar con personas de clase social más baja no estaba bien visto por la sociedad. Pero nada de eso importó ni impidió que lograra por todos los medios posibles casarme con ella. Tuvimos dos hijos, los más lindos que hubiera podido tener jamás y el amor que le tuve a mi familia, lo fue todo.

Entonces, esta historia comienza con el gobierno de las Rosas y Balcarces. Yo y mi familia no hacíamos caso a lo que pasaba en el exterior, vivíamos nuestra vida y nada más, porque eso era todo lo que importaba para mí. De un día para el otro y sin previo aviso me llegó una carta, tenía la obligación de unirme a una especie de Campaña contra los indígenas y yo no me sentía preparado para abandonar a todos mis seres queridos.

Me presenté ante el gobernante en persona como parte de la clase alta de la ciudad y le pedí, le rogué que me dejara quedarme y me sacara de la lista del ejército, pero nada sirvió y todos mis intentos fueron en vano. No podía dejar a mi familia, eso estaba claro y no pensaba hacerlo, una vez más se me presentaba una situación dónde tenía que elegir bien mis actos, si había logrado casarme con Laura, entonces esto me sería pan comido: decidí que debíamos que abandonar Buenos Aires.

Nos fue difícil pasar desapercibidos, eramos una familia de gran importancia y todos nos conocían pero mi esposa y mis hijos dieron a entender que se irían de viaje en los días en los que yo estuviera ausente por la guerra para poder sufrir menos. El plan fue el siguiente: mientras yo estuviera marchando hacia la Campaña, ellos desviarían su camino y se encontrarían conmigo en un camino abandonado de la ciudad para cruzar las fronteras. Parecía que todo saldría perfecto.

Cuando llegué al punto de encuentro, logrando evadir a las Rosas y sus seguidores, nadie se encontraba alli. Tenía que esperar y esperé, minutos. horas. días y noches, el dolor de la espera fue infinito ¿Que podría haber pasado? No quería saberlo. Regresé a la ciudad en cuanto pude, cuando llegué no hubo señales de mi familia, aunque sabía que había cruzado todos los límites al escaparme de la Campaña, me volví a presentar ante el gobierno para preguntar sobre mis seres queridos, la respuesta se hizo llegar al instante.

Camino hacia a las fronteras de Buenos Aires encontraron a mis hijos y a mi esposa, muerta, muy cerca de nuestro punto de encuentro. Mi mundo cayó abajo, las únicas esperanzas que me quedaban eran mis dos hijos; pregunté que había pasado con ellos y me contestaron que no podría verlos nunca más, me ejecutarían por alta traición.

Al final, cuando todo iba a acabar logre verlos una vez más, aunque no sé si fue mi imaginación y mi agonía. Espero que mi carta de testamento les haya llegado.




Silvina Rossatti

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