miércoles, 14 de septiembre de 2011

La libertad

Hace cinco años que podemos leer o tocar lo que queremos sin temor a que nos vengan a buscar. Que distinto que era entonces, donde si leías algo prohibido y se enteraban tenías que prepararte para lo peor.
Yo tenía una banda por ese entonces y una vez por semana nos escabullíamos para tocar en un bar. El dueño era muy amable, él sabía lo que le podía pasar si nos dejaba tocar y aun así lo asía, porque pensaba que no había nada más importante que la libertad. Pobre, si hubiera sabido lo que le iba a pasar no creo que hubiese pensado igual, aun así lo admiro por su valor.
Ese nueve de julio de 1981 tocamos dos temas en el bar antes de que vinieran por nosotros y por el dueño. Terminamos de tocar un tema de Pink Floyd, cuando me quede sin cigarrillos. Salí del bar, y camine dos cuadras hasta llegar a un quiosco. Pedí unos Camel, pague, abrí el paquete, fume uno, y volví.
Llegue al bar para ver lo peor gente apaleada en el piso, y un edificio en llamas, con una muchedumbre mirando. Le pregunte a un hombre lo que había pasado, y este me respondió lo único que yo rezaba que no hubiera pasado, los militares se habían llevado a los músicos y al dueño. Corrí hasta la casa de mi tía para contarle lo sucedido. Esa noche no dormí, en vez de eso intente entender la importancia de la libertad.
Desde ese nueve de julio entiendo que la libertad es algo por lo que se tiene que pelear si se quiere porque por más que todos la tengamos, no quiere decir que todos la respeten y por esa nuca hay que olvidar a los que dieron su vida por ella.
Tomás Cattaino

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