lunes, 15 de diciembre de 2008

Infortunio

Parece cuento, pero la historia de esa noche rarísima empezó por un placero insolente de ruedas coloradas. Simplemente, se descarriló. Benjamín no supo como controlarlo, y el resultado fue catastrófico.
Mientras estaba tirado en el piso, herido de muerte e inmovilizado por el placero, esperando su final, unas vibraciones en la tierra y un olor putrefacto hicieron que su alma se llenara de horror. En eso, iba creciendo en la soledad un ruido de jinetes. Cuando llegaron, observaron al hombre que, gimiendo en la desesperación, iba desprendiéndose de la vida. Se preguntaron cuán rico sería. Cuando el pecho acostado dejó de subir y bajar, se animaron a descubrirlo.
Se acercaron al cuerpo de Benjamín y, sin dudar ni un instante, hincaron sus dientes en la carne hasta dejarlo seco.
Inés Tubert

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