domingo, 31 de octubre de 2010

Autobiografía ficticia

Soy conciente de lo que hice toda mi vida. Sé que podría haber sido mejor persona. Pero también pienso en mis noches de desvelo, que si no hubiera sido lo que fui, no hubiese tenido ni llevado la vida que tuve. Lujos, favores, cama solares, coches, moda, apariencias, contactos, varios nombres, mujeres, hombres, gimnasia capilar, sirvientas, placer, joyas y por sobre todas las cosas poder, mucho poder.

Las drogas me dieron lo que ningún dios y ninguna persona me pudieron dar. Ni Dios, ni Buda, ni mi mamá me lo dieron. Es más, mi mamá me obligaba a vender hachis a mis panas en la secundaria. Yo era carente de carácter, por eso accedí. Todo era para ayudar a la pobre de mi hermana menor Julieta, quien sufría de Leucemia, en paz descanse.

Mi padre nos abandono cuando se enteró de esto.

Fue así como empezó mi “carrera” en el mundo de los narcotráficos. Favor aquí , favor allá, y de tanto tiempo de andar entre polvo blanco, uno se vuelve un poco influenciado por las cosas y es por eso que empecé a probar, poco a poco, las distintas drogas. Por tiempo las dejaba y en menos de una semana volvía a recaer. Era mi único recurso para vivir, ya que no terminé el secundario.
A los 25 me sentía ya un hombre poderoso. Me había dejado el bigote, se me habían volado las chapas (herencia de mi padre) y mi panza de no hacer deporte se me empezaba a notar. Conocí a Rita. Una campesina del Valle del Cauca, quien era hermana de “Héctor, el bambino” un narcotraficante amigo en aquellas epocas.

Nos casamos el mismo año y disfrutamos de muchos viajes, pero a ella –ademas del buen vivir- le interesaba la moral y me reprochaba todo el tiempo que dejara el negocio de las drogas. Ella no entendía lo que significaba para mí ese negocio, por eso hubo momentos en que solo eran discusiones en ves de risas y sexo. Fui protagonista de varios engaños, fue por eso que me cansé de las mujeres y experimenté con hombres, y admito que me gustan. Así que esa relación fue más decadente que linda. No la vi nunca mas, no se si está viva o muerta.

A los 33 tuve mi primera recaída, tuve que ser internado en el hospital central de Bogotá y permanecí en coma por casi 2 años. Al salir de allí, dije que era el final de los narcóticos en mi vida. Pero los que pasaron por esto me entenderán que no es fácil, y fue cuando recaí de nuevo en ese mundo.

Tenia todo lo que un hombre puede tener, mansiones por toda América, millones y millones de dólares, relaciones hasta con los presidentes de Venezuela, Bolivia y Argentina. Negocios internacionales, ¿Qué mas podía pedir? Era yo solo frente al mundo, mi familia no existía mas y fue ahí cuando decidí ir a vivir a un trailer y pasear por las rutas de Colombia. Me olvidé de que existia el mundo, ya que la plata me sobraba, no tenia gastos mas que la comida y ropa.
En el 2005 me surgió un negocio millonario. Era en Marruecos. Un tal Muhamed Suquiri me habia llamado diciendo que “la colombiana” era la mejor del mercado. Por eso fuimos con el avion hacia alli. Y al llegar a Marruecos, me enamoré de ese mundo. Por eso decidí quedarme. Y hasta el dia de hoy que paso mis dias en un palacio con mi amor Hakan Sukur, un hombre de negocios.

Eso es algo de mi vida. Me di cuenta de lo mal que hice en vender esas sustancias que no sirven para nada. Soy conciente que la unica felicidad es la que genera uno mismo y no una droga.

Pido perdón a toda la gente que le hice daño, a las personas que maté y a las familias de estas. Espero sepan disculparme

Lautaro Barceló

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