domingo, 31 de octubre de 2010

Legonio VII, principe de Lega

Buenas tardes. Mi nombre es Legonio VII, soy el príncipe de Lega. Mis padres son Legonio VI y Begonia de Arazaga. Ellos son los reyes de Lega. Nací en el año 1563 d.C. y actualmente tengo 47 años, aunque por mi ancha y gorda barriga y mis rechonchos cachetes parece que tuviera muchísimos años más, por suerte, soy bastante alto y un poco mis cualidades obesas se esconden, pero mi tez pálida asusta. Tengo nariz pequeña y orejas de elefante.
Soy avaro, muy avaro. Algo que aprendí de mi mamá, porque ella nunca me quiso, soy tan avaro como ella gracias a su presencia. Arrogante pero poeta. En mis horas libres en las que no tengo nada que hacer me siento a escribir poemas de amor, dedicados a alguien sin nombre y sin figura. Me es difícil amar, más después de todo lo que tuve que pasar para que alguien, al menos alguien en el reino, me aceptara.
Soy gay. Ese es el problema principal de mi persona, un pecado para mi madre. Y fue por su culpa por la que aborrezco a las mujeres y veo en los hombres una figura mucho más cariñosa, fue mi padre quién me mimó y me lleno de las cosas que yo quería, era un caprichoso de niño.
Tengo un objetivo en la vida, y ese es poder bajar de peso. Desde hace muchos años que vengo haciendo dieta, pero los banquetes reales son tan enormes y tan apetitosos que a veces no puedo resistirme, y mi panza lo demuestra perfectamente. Mis padres comen como pájaros, aunque haya mucha comida. Entonces ¿Para qué sirven tanto?
De todas maneras yo se que soy capaz de bajar de peso. ¿Qué cosa hay que Legonio VII no pueda hacer? Nada. Logré que me aceptaran como soy, afeminado. No tengo nada en contra mío entonces.
Tengo un amor imposible, su nombre es Elgo el albino. Es tan rubio, tan perfecto. Me enamoré de él cuando teníamos los dos 19 años. Estábamos en una tertulia real, donde presentaban en sociedad a su hermana menor que tenía 14 años en ese entonces. Fue ahí cuando me di cuenta de que era gay y de que estaba enamorado de él. Lo vi caminando del brazo con su hermana entre la gente, con esa sonrisa tan perfecta, que descubrí que lo mío eran los hombres, que lo mío era Elgo.
Antes de terminar, quiero contarles un secretito: mi dedo meñique derecho es de madera. Cuando tenía 8 años mi mamá me llevó a conocer una guillotina, donde le cortan las cabezas a los indolentes, y estaba jugando con ella y sin querer el filo de la misma cayó desde arriba. Por suerte, agarró únicamente mi dedo meñique. Tuve que aprender a toda costa a escribir con la mano izquierda y convertirme en zurdo porque esa mano la tengo casi inmovilizada.
Esto es todo lo que deben saber de mí.

Carolina Lesca

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